Estamos en un continente donde, en las últimas décadas, se ha dado el
reencuentro entre los movimientos sociales y los movimientos indígenas, que
desde sus conocimientos ancestrales y memoria histórica cuestionan radicalmente
el sistema capitalista. En los últimos años, luchas sociales renovadas
condujeron a la salida de gobiernos neoliberales y al surgimiento de gobiernos
que han llevado a cabo reformas positivas como la nacionalización de sectores
vitales de la economía y redefiniciones constitucionales transformadoras.
Pero la derecha en el continente se está rearticulando aceleradamente para
frenar cualquier proceso de cambios. Sigue actuando desde sus enclaves político,
económico, mediático, judicial, a lo que se suma una nueva ofensiva del
imperialismo -incluso militar- en su apoyo. Desde el anterior Foro Social
Américas, realizado en Guatemala en 2008, presenciamos el golpe de estado en
Honduras, el incremento de la presencia militar estadounidense a lo largo y
ancho de nuestra América. Proliferan acuerdos de instalación de bases militares,
operan la IV Flota en nuestros mares. Esto constituye un esfuerzo sistemático de
desestabilización de la democracia en el continente, cada vez más se reprime y
criminaliza a los movimientos sociales.
Denunciamos la ilegitimidad del presidente de facto de Honduras, Porfirio
Lobo, al mismo tiempo que reconocemos la resistencia de su pueblo y apoyamos su
lucha por una refundación constitucional que establezca una verdadera
democracia.
Nos solidarizamos con la lucha del pueblo de Haití, que no necesita una
intervención militar y una ocupación económica para su reconstrucción. Por el
contrario, exigimos que la soberanía del país sea respectada y que los demás
países realicen una cooperación solidaria, en los ámbitos de la salud,
educación, agricultura y aquellos que requiera. Exigimos la anulación
incondicional de la deuda y rechazamos el nuevo proceso de endeudamiento
ilegítimo.
Complementando esta ofensiva, continúa la ola de tratados de libre
comercio en todas sus variantes. Es esta la característica central de la
estrategia de la Unión Europea, la otra potencia neocolonial que opera en
América Latina y Caribe. Los brazos ejecutores que son las Instituciones
Financieras Internacionales -Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional,
los bancos regionales de "desarrollo" y los grupos bancarios privados- están
creando nuevos y enormes endeudamientos con impactos directos para los pueblos y
la naturaleza.
Todas estas amenazas se vinculan con un mismo modelo de desarrollo primario
exportador, excluyente y depredador que se profundiza sobre muchos territorios,
expulsa poblaciones, provocando desarraigo y migraciones. La crisis
sistémica actual muestra el agotamiento del modelo capitalista - y más
específicamente de sus centros de poder:los bancos, las transnacionales y los
gobiernos del G8. Hoy más que nunca están visibles sus intentos de
arrastrar al mundo entero a un límite, llegando incluso a tener la amenaza de
una guerra nuclear por parte de los Estados Unidos.
La defensa de los bienes naturales frente al capitalismo devorador se ha
vuelto central parte de la agenda de lucha de cada vez más organizaciones
populares y movimientos sociales. Se refuerza un frente común contra la
destrucción de la naturaleza y contra las falsas soluciones del "ambientalismo
de mercado" y del "capitalismo verde", como los mercados de carbono, los
agrocombustibles, los transgénicos y la geoingenería, que se impulsan desde los
centros del poderante la amenaza del cambio climático. Denunciamos que
los gobiernos de los países del Norte geopolítico, antes que pensar en
enfrentarlos graves efectos del cambio climático, están buscando evadir su
responsabilidad y desarrollar nuevos mecanismos de mercado de carbono para hacer
más ganancias, como el de "Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación" (REDD), que promueve la mercantilización y privatización de los
bosques y la perdida de soberanía sobre los territorios. Rechazamos tales
mecanismos.
Exigimos que estos países reduzcan sus emisiones de gases de efecto
invernadero y que se constituya un Tribunal Internacional de Justicia Climática.
Reafirmamos las propuestas del Acuerdo de Cochabamba, producto de la Conferencia
Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y por los Derechos de la Madre
Tierra, las cuales reconocen que las soluciones reales frente al calentamiento
global son la justicia climática, la soberanía alimentaria, la recuperación de
territorios y la reforma agraria, la agricultura campesina y la integración y
solidaridad entre los pueblos.
Los movimientos sociales estamos ante una ocasión histórica para
desarrollar iniciativas de emancipación a escala internacional. Sólo las luchas
de nuestros pueblos van a permitirnos avanzar hacia el ybymarane'y (tierra sin
mal) y hacer realidad el tekoporâ (buen vivir). Nos comprometemos a
reforzar la lucha por la soberanía de nuestros pueblos, la soberanía
alimentaria, la soberanía energética y la soberanía de las mujeres sobre sus
cuerpos y su vida y por el reconocimiento de la diversidad sexual. Construimos
alternativas que parten de los acumulados en las resistencias desde la
interrelación de diversas perspectivas anticapitalistas, antipatriarcales,
anticoloniales y anti-racistas, al mismo tiempo que avanzamos en la
búsqueda de otro paradigma centrado en la igualdad, el buen vivir, la soberanía
y la integración fundamentada en el principio de la solidaridad entre los
pueblos.
Asunción, Paraguay, 15 de agosto de 2010